El pasado 13 de septiembre estuvimos en Guadalajara presentando el acto inaugural del muy consolidado Festival de Poesía Arriversos de la ciudad alcarreña. Durante esa presentación al inicio del acto, aún con la luz del día, arrancamos este festival con un sketch del que podríamos hablar largo y tendido. Sobre todo un tiempo largo, porque tender, lo que se dice tender, no hubo que tenderlo porque no se mojó, sino que hizo un día magnífico, soleado y sin viento.

Tras nuestra presentación, el acto consistió en una Jam Session. Participaron una treintena de poetas y artistas, y se celebró en la Plaza del Jardinillo de Guadalajara, con la presencia de Gracia Iglesias, directora del Festival, el Concejal de Cultura Javier Toquero, y las sillas y los alrededores de la plaza llenas de un público con ojos y oídos abiertos al talento participativo.

Una Jam Session no es una sesión de jamón. Si hubiera sido así, el acto podía haber tenido también micrófono, pero no se hubiera escuchado el talento creativo de sus participantes, sino ciertos gemidos de satisfacción producidos por el sabor de las viandas. No, una jam session no es una sesión de jamón, sino una sesión improvisada, un acto participativo de micrófono abierto para recitar, cantar, tocar un instrumento o declamar un texto. En este tipo de actos cada uno es responsable de su merienda.

A cambio, la verdad es que disfrutamos de una participación extensa en número e intensa en emociones y talento. Hubo música, canto y, por supuesto, poesía: poetas contemporáneos que recitaron sus propios textos y otros que se abrieron a recitar a autores clásicos.

Caída ya la noche, nosotros volvimos a subir al escenario para despedir el acto con una sonrisa e invitar a continuar disfrutando de un festival que no había hecho más que comenzar.